
Pedro S. Valero KW77 28-03-2023
Estamos prácticamente en Viernes de Dolores de 2023. Han transcurrido ya muchos años desde la primera vez que vestí la túnica de mi familia. Toda mi vida he procesionado con ella y la emoción siempre recorre todo mi ser.
Muchas cosas han cambiado, hasta el punto de que casi no puedo pisar la casa del Paso Azul o la iglesia de San Francisco, pues los recuerdos se amontonan en mi mente y llenan de emoción mi corazón. Ya no están mis padres, ni mi hermano Fran, un gran procesionista que se nos fue con apenas veintitrés años. Todo cambió a partir de ese momento. Hoy estará con mis padres al lado de la Virgen de los Dolores, esperando la noche mágica de la serenata y la celebración del día de su santo.
Es Viernes de Dolores, y este año mi hija Marina viste por primera vez de “manola” para acompañar a su Virgen. Yo la acompañaré con la túnica de mis antepasados hasta la iglesia de San Francisco.
Todo nace y todo muere, pero la túnica de “Los Ángeles” volverá de nuevo, incólume, a procesionar, -quién sabe si por última vez-, la Semana Santa lorquina.





