Las vidas de Abdul y de Khadija tienen mucho en común. Los dos son afganos, los dos crecieron como refugiados en Irán, los dos ocuparon puestos de responsabilidad en la Administración de su país y ahora están en España a la espera de recibir asilo. Ambos forman parte de los más de 2.000 afganos que el Gobierno evacuó el pasado agosto tras la conquista talibán y lo único que piden es «una oportunidad» de contribuir al país que les ha salvado la vida.
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